miércoles, 2 de septiembre de 2009

Y despues, nada.

No quiero quejas ni reclamaciones. Otra actualización sin foto, si. Pero además debo avisar (no quiero que leáis un párrafo, para luego volver al tuenti decepcionados). Estoy de un humor extraño. Desde hace ya unos días (creo que desde el domingo, aunque claro, fue el lunes cuando tomé el desayuno sin untar la tostada) me levanto con la única certeza de que debo esperar las horas que quedan para volver a la cama.
No estoy triste o preocupado , ni dejo pasar el tiempo en actitud melancólica (incluso extraño esa melancolía, añoranza de algo que está por venir). Simplemente supongo que no estoy, al menos no aquí, sobre esta cama. No estoy aquí, junto a la torre de libros que crece en la mesita o a la maraña de ropa que sobre el piano miro (se muestra indiferente, deseosa por regresar al armario, y orgullosa, desvía su mirada hacia cualquier otro lado). No estoy en mi, que estoy en cualquier otra parte, territorio desconocido aún por explorar ,en un resquicio de mi mente. Es una sensación extraña. No es alarmante (ni si quiera soy capaz de sentir preocupación), simplemente molesta y en ocasiones ligeramente frustrante, aunque no lo suficiente (un buen pellizco, algo que me hiciese reaccionar. Y tan solo tengo esta mano que no tiene quien la guíe).
Levantarse y esperar, esperar para que llegue, que llegue nada. Y me vuelvo en la cama y espero. Y después, nada. Ni tan siquiera encuentro un final adecuado para este texto y arranco cada palabra a una voz yerma y apagada. Con él traiciono mi deseo de no utilizar el blog como escaparate de mis embrollos emocionales. No lo he conseguido, otra vez.

6 comentarios:

  1. ?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?


    Yo te escucho mejor que un blogger.
    Pronto estaré contigo, mierda.

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  2. En marzo cumplí 20 años, en marzo el día de mi cumpleaños terminé de leer la única novela de Sylvia Plath, en mayo me deprimí, en junio intenté morir, en julio me quedé tirado en la cama por horas recapitulando la importancia de pararme, tenía miedo y desinterés, estuve a punto de pedir me internaran en alguna especie de psiquiátrico, en agosto regresé a la sociedad. Creo que todos pasamos por eso, ¿no? Quizá, no lo sé.

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  3. que mejor que las sinceras palabras de un buen escrito para desahogar esa pena de desesperación atragantada... no creo que traiciones a algún deseo.

    entiendo , te
    saludo

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